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Destruyen los hogares de unos bahá’ís como parte de una campaña para expulsarlos de una aldea iraní

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GINEBRA. Los hogares de unas cincuenta familias bahá’ís, residentes en una aldea remota del norte de Irán, han sido demolidos, lo que forma parte de una larga campaña para expulsarlos de la región.

El suceso ocurrió en Ivel (Mazandarán), donde los habitantes, incitados por elementos hostiles a la comunidad bahá’í, bloquearon el acceso normal a la aldea y permitieron la entrada de camiones y al menos cuatro excavadoras, tras lo cual empezaron a derrumbar las casas.

Un vídeo, que grabaron algunos activistas iraníes con un teléfono móvil y colgaron en Internet, mostraba lo que parecían ser varios edificios reducidos a escombros y hogueras que ardían vorazmente. Estas demoliciones constituyen el episodio más reciente de un programa sancionado por el Gobierno que arremete contra todas las actividades de los bahá’ís.

«Se les prohíbe tratar con los musulmanes, e incluso brindar servicios a sus amigos y vecinos», explica Diane Ala’i, representante de la Comunidad Internacional Bahá’í ante Naciones Unidas en Ginebra. «Aun los actos más sencillos de buena voluntad (tales como llevarle flores a un enfermo o donar bienes a un orfanato) son vistos como acciones en contra del Régimen».

La mayoría de las casas bahá’ís de Ivel se encuentran desocupadas desde que sus residentes huyeran tras episodios de violencia acaecidos anteriormente, o como consecuencia de desahucios oficiales. En 2007, por ejemplo, incendiaron seis de sus casas.

«Los bahá’ís han vivido en esa zona durante más de cien años, y hace tiempo había una comunidad numerosa», declaró la Sra. Ala’i. «Pero en 1983, pocos años después de la revolución iraní, metieron a al menos treinta familias de ésta y de otras aldeas vecinas en autobuses y los echaron». «Desde entonces han solicitado indemnizaciones legales en vano, y regresan cada verano para recoger sus cosechas», dijo.

Al día siguiente de las demoliciones, algunos residentes de la aldea golpearon e insultaron a un bahá’í que había acudido con su familia a cosechar su siembra. En ocasiones anteriores, los que intentaban expulsar a los bahá’ís los atacaban cuando éstos llegaban al barrio para reconstruir o reformar sus propiedades.

Los persistentes ataques del Gobierno a los bahá’ís en todos los medios de comunicación, junto con la indiferencia de los agentes locales hacia su protección, han alimentado el odio hacia los bahá’ís en esta región y en todo Irán, afirmó la Sra. Ala’i. «Estos últimos hechos demuestran hasta qué punto las autoridades no han estado a la altura de sus responsabilidades de proteger a los bahá’ís y su libertad religiosa», dijo.

Los miembros de la comunidad bahá’í han presentado quejas a las autoridades locales en repetidas ocasiones, tanto antes como después del último suceso, e incluso al Gobernador Provincial de Sari. En todos estos casos, se negó tener conocimiento de las demoliciones o de las razones que había detrás de estas.

Aunque ya el viernes [25 de junio] empezaron a aparecer artículos sobre lo sucedido en varias páginas web en lengua persa, la Comunidad Internacional Bahá’í no ha podido confirmar los pormenores del incidente hasta hoy. Los informes más recientes indican que ya se ha destruido el 90 % de los hogares de estos bahá’ís.