—Madrid, 27 de enero de 2023—. El pasado lunes 23 de enero la Fundación Pluralismo y Convivencia, organismo dependiente del Ministerio de la Presidencia, organizó una jornada de trabajo con una veintena de jóvenes de diferentes comunidades religiosas. Durante la jornada, los participantes pudieron reflexionar y consultar acerca de cómo avanzar hacia el objetivo de lograr una sociedad más inclusiva y tolerante. Las ideas recabadas servirán para la elaboración del próximo Plan Estratégico 24-26 de la Fundación donde el rol de los jóvenes será clave.
Una pregunta que se hacen muchos jóvenes que tienen la motivación de contribuir a las sociedades en las que viven es «¿cómo puedo usar mi energía, cómo puedo canalizarla para algo bueno, para algo más grande que mi propio beneficio?». El que las instituciones públicas al servicio de la sociedad piensen en los jóvenes como una fuente de colaboración a los que desean implicar cuando están planificando acciones, no es tan común.
La Fundación Pluralismo y Convivencia, ha dado el paso de invitar a diferentes jóvenes de la amplia variedad de confesiones religiosas que existen en España para hacer un proceso de reflexión y generación de nuevas ideas que aporten al objetivo de lograr una mejor convivencia en la diversidad. ¿Qué podemos hacer para lograr una sociedad más tolerante con la diversidad de creencias y convicciones? fue la pregunta sobre la que reflexionaron en la jornada Sara, Dani y Shirin, junto a más de 20 jóvenes.
Una de las conclusiones más importantes que se identificó en las diferentes mesas de trabajo, es la importancia de crear acciones que permitan a los individuos conocerse entre sí, convivir para descubrir cuales son las diferencias culturales, de creencias, ritos, pero también encontrarse unidos en la similitud de motivaciones y desafíos que tienen los miembros de una misma sociedad.
«Dejar que caigan los velos de los prejuicios, es uno de los desafíos más grandes, que solo pueden ser eliminados cuando has creado un espacio de confianza en el que puedes hablar y conocer realmente a tu vecino, compañero de clase o amigo, preguntarle sobre sus planes, preocupaciones e intereses», comenta Dani, «así te das cuenta que aunque podemos tener distintas creencias o nuestra familias venir de otras ciudades o países, tenemos muchas cosas en común».
«Compartir este espacio con jóvenes de diferentes confesiones religiosas y descubrir que al igual que yo están interesados en mejorar la sociedad en la que vivimos, fue realmente increíble», comenta Sara,«en mi mesa todos estuvimos de acuerdo en que las campañas y acciones a desarrollar deben estar orientadas en motivar la participación de los jóvenes, a formar lazos de amistad y convivencia».
Ciertamente, es en la etapa de la juventud donde el ser humano tiene la mente más inquisitiva, el valor y la fuerza para llevar adelante tareas que requiere energía para afrontar grandes cambios, están abiertos a conocer y aceptar nuevas ideas, y al no haber adquirido todavía las responsabilidades de formar una familia, disponen de tiempo y flexibilidad para viajar, trabajar y participar en diferentes actividades que les permitan conocer las creencias y culturas que coexisten en su ciudad.
Shirin agrega que las redes sociales pueden tener un papel muy importante en la difusión de la convivencia en diversidad, «pueden servir para amplificar y mostrar las experiencias de convivencia que hemos generado en la acción». En relación a la jornada, añade,«ha sido una gran oportunidad de sentirnos apoyados por las instituciones, que se preocupan por velar y acompañar nuestras ideas y objetivos. Nos alienta a seguir avanzando y promoviendo cambios en nuestras comunidades. Poder compartir y conocer más acerca de nuestras vivencias espirituales y religiosas nos hace sentir acompañados y desarrolla una empatía y un conocimiento más amplio acerca de la diversidad religiosa».
La aceptación que la identidad humana es una sola, reconocer esta verdad validada por las ciencias, como la antropología, la fisiología, y la psicología que evidencian la existencia de una sola especie humana, aunque con infinitas variantes en los aspectos biológicos, requiere un ejercicio mayor de abandonar toda clase de prejuicios que hace que ciertas personas se sientan superiores a otras.
«La tierra es un solo país, y la humanidad sus ciudadanos», enseña Bahá’u’lláh, mensajero y fundador de la fe bahá’í. La religión por lo tanto debe ser una fuente que apoye la educación en estos valores espirituales universales que promueven la conciencia de una ciudadanía mundial.
Esos jóvenes, libres de los prejuicios del pasado, y con un presente lleno de desafíos por resolver, son los que tienen la oportunidad de construir una nueva sociedad diversa, inclusiva y cohesionada. La unidad en diversidad será el requisito para lograr la tan ansiada convivencia en paz.