—Vitoria, 23 de octubre de 2023— Con ocasión del día internacional para la erradicación de la pobreza, confesiones y comunidades religiosas que conviven en Vitoria, organizaron una jornada de oración y sensibilización bajo el lema «no les quitemos la esperanza». Bahá’ís, budistas, católicos, cristianos evangélicos, cristianos ortodoxos, musulmanes, taoístas y otros representantes de organizaciones civiles, firmaron un manifiesto, haciendo un llamado e invitación en particular a los líderes políticos, empresariales y sociales del mundo para combatir las causas de la pobreza, incluidas tantas actitudes y comportamientos humanos contrarios.
“No les quitemos la esperanza” fue el lema con el que se organizó el 21 de octubre, una jornada interreligiosa en Vitoria- Gasteiz con dos actos: una celebración con lecturas sagradas y una congregación solidaria en la plaza de la Virgen Blanca.
Este acto promovido desde la delegación de Migraciones de la Diócesis de Victoria, tuvo la motivación de generar un espacio de reflexión y encuentro entre la población diversa de Vitoria, para seguir ayudando y colaborando en los procesos de la erradicación de la pobreza.
Sami Khiari decía en su intervención: “El propósito que anima la comunidad Bahá’í es la construcción de una sociedad próspera para todos. Consideramos que la pobreza es el resultado de la injusticia y como tal, ha de ser abolida por todos los medios a nuestro alcance. Al menos que las personas de buena voluntad y de cualquier creencia, tendencia o corriente de pensamiento, no se unan con determinación y perseverancia, con desprendido y consideración hacia su prójimo para crear las condiciones de unidad, el elemento esencial para la erradicación de la pobreza, toda otra acción acabará por generar frustración y el resultado será inevitablemente negativo”.
Los actos fueron sencillos pero significativos, se compartió desde los escritos sagrados de cada confesión, la importancia y compromiso de llevar a la práctica acciones que promuevan la solidaridad, justicia social, hermandad y unidad del género humano.
El manifiesto ratificado por los representantes de las comunidades religiosas asistentes, resaltaba con esperanza que es posible cambiar nuestra sociedad y reconstruirla sobre otras bases. “No es tan difícil. Está al alcance de nuestras manos. Por eso, hacemos un llamamiento a la sociedad en general y, una invitación muy particular a los líderes políticos, empresariales y sociales del mundo: a combatir las causas de la pobreza, incluidas tantas actitudes y comportamientos humanos contrarios al desarrollo integral de la persona, al cuidado y mimo del planeta, y a la convivencia fraterna; a soñar un mundo con un futuro esperanzador; y a valorar, cultivar y desarrollar la interioridad del ser humano y su corazón”.
Este tipo de iniciativas promovidas por un grupo de personas que encarnan los principios fundamentales de amistad y colaboración, habrá de ser considerada como la piedra angular de un cambio duradero en nuestra sociedad cada vez más diversa y necesitada de encuentros que generen espacios de convivencia.