—Madrid, 30 de abril de 2024—. La festividad del Ridván, una de las celebraciones más significativas en el calendario bahá’í, conmemora la llegada del mensaje de Bahá’ú’lláh, el fundador de esta fe, y representa un momento de profunda importancia en la vida comunitaria. Durante los doce días de esta festividad, que también marca el inicio del año administrativo, se lleva a cabo el proceso democrático de elección del Consejo de Gobierno Nacional y los Consejos locales, cada uno compuesto por nueve miembros, tanto mujeres como hombres, mayores de veintiún años.
La celebración del Ridván dio comienzo el día 21 de abril, fecha en la que se establecieron los 39 Consejos de Gobierno local en las comunidades bahá’ís de la península e Islas Baleares. Asimismo, durante tres días consecutivos, durante la 63ª Convención Nacional, que ha tenido lugar los días 26,27 y 28 de abril, 57 delegados territoriales se congregaron para discutir temas fundamentales como la reciprocidad y cooperación entre individuos, comunidades e instituciones, la contribución a la transformación social y el progreso de las iniciativas educativas en marcha. En este contexto, una de las responsabilidades principales fue la elección del nuevo Consejo de Gobierno de los Bahá’ís de España, entidad que actúa como la voz oficial ante el Gobierno de España.
Estos Consejos de Gobierno asumen una responsabilidad crucial al orientar, coordinar y estimular las actividades de la comunidad bahá’í a lo largo del año. En contraste con estructuras de liderazgo convencionales, como sacerdotes o pastores, dentro de la administración bahá’í, la autoridad recae en el propio Consejo de Gobierno como institución. Es importante destacar que los miembros de este Consejo no ostentan ningún rango especial o superior dentro de la comunidad a nivel individual, lo que refleja la igualdad y la horizontalidad que caracterizan a la comunidad bahá’í.
En una época en la que las formas de hacer política parecen estar desgastándose —por el exceso de propaganda, de intereses y de recurso al conflicto y a la competición—, el sistema electoral bahá’í constituye un microcosmos de estudio relevante que puede arrojar principios, mecanismos y lecciones transferibles a la vida política de la sociedad.
Una de las características de las elecciones bahá’ís que más llama la atención, es que no existen candidatos ni campañas. Los bahá’ís son llamados a votar por aquellos correligionarios que tienen un espíritu de servicio genuino, sin intereses. Todos los mayores de dieciocho años pueden votar y son elegibles mujeres y hombres mayores de veintiuno por un período de un año. Además, el voto no solo es secreto, sino que las enseñanzas bahá’ís plantean que los electores no deben compartir sus preferencias para salvaguardar la unidad e integridad de la comunidad.
Hacer una elección madura y responsable requiere un periodo de reflexión profunda y conocimiento tanto de las necesidades de la comunidad como de las personas que conviven en ellas, a lo largo de todo el año para identificar capacidades y dirigir el voto hacia una persona u otra.
Por último, y no menos importante, a lo largo de toda la Convención, se destacó el papel vital de la juventud en los procesos de transformación social. Los jóvenes no solo aportan un entusiasmo característico y un ímpetu inigualable, sino también poseen una fuerte sensibilidad hacia las injusticias sociales y un deseo genuino de contribuir al bienestar. Durante las conversaciones, uno de los delegados resaltó la importancia de la actitud con la que nos relacionamos con los jóvenes: les ofrecemos espacios donde poder reflexionar sobre su vida, su futuro, sus preocupaciones; un espacio donde no se sientan juzgados y puedan encontrar respuestas para mejorar su propias vidas y las de las personas que están a su alrededor. Esta etapa de la vida se distingue por un deseo genuino de impulsar un cambio constructivo y una capacidad innata para servir de manera significativa.