En los escritos bahá’ís se enfatiza la idea de que la juventud es un período de formación importante que debe combinar la educación con el servicio comunitario para el cambio social. Sin embargo, muchos jóvenes del mundo, y en particular de España, cuando terminan el bachillerato y se adentran en la educación superior, experimentan ciertos desafíos comunes difíciles de resolver.
Fragmentación en la educación superior
Un desafío es la separación excesiva entre lo teórico y lo práctico. La universidad se considera educación teórica y la formación profesional educación práctica. La universidad, salvo excepciones, también suele aislar a los estudiantes de todo tipo de compromiso con el cambio social. El ambiente a veces extremadamente competitivo dentro de algunas carreras, ya sea por conseguir becas o por elegir una especialización, fortalece el aislamiento, suscita un estrés excesivo y dificulta la acción colectiva. La fragmentación del conocimiento en disciplinas a veces inconexas, a pesar de que la realidad es una, hace que los estudiantes en muchas ocasiones no encuentren demasiado sentido en los programas y currículos dentro de los que se da su formación. La prevalencia de interpretaciones materialistas entre algunas carreras y profesores, junto con cierta atmósfera de relajamiento moral, supone una carga extra para los estudiantes con convicciones religiosas. Estos, cuando no tienen creencias muy sólidas, las abandonan. En otras ocasiones, adoptan actitudes fundamentalistas y combativas. Incluso en otras, acaban valorando todavía más sus convicciones pero no encuentran el marco dentro del que integrar todo, por lo que acaban fragmentando sus vidas, viviendo con contradicciones y asumiendo muchos de los supuestos y actitudes que conscientemente no considerarían apropiados. Por último, aquellos estudiantes que anhelan contribuir a mejorar el mundo, tienen dificultades a la hora de vincular sus estudios con posibles servicios a la humanidad, ya que la filosofía dominante detrás de la educación que reciben insiste en que lo más importante es prepararse para el mercado laboral.
Orientar la formación hacia el cambio social en España
Por todos estos motivos, la comunidad bahá’í de España, en colaboración con el Instituto de Estudios en Prosperidad Global, lleva algunos años generando espacios en forma de seminarios de diez días durante cuatro años seguidos, para que los jóvenes que se adentran en la educación superior puedan ayudarse mutuamente a enfrentar estos desafíos. Los jóvenes tienen un gran potencial. Son el motor de los cambios constructivos, siempre y cuando su energía se canalice adecuadamente. La comunidad de España está muy comprometida con este proceso y, a pesar de que los resultados todavía no son demasiado visibles, la solidez del enfoque muestra grandes promesas.
Durante los seminarios, los jóvenes reflexionan, entre otras cosas, acerca de los elementos de un marco conceptual que les sirva para guiar sus acciones para mejorar el mundo, para integrar lo que van aprendiendo dentro de un marco coherente y para pensar crítica pero constructivamente acerca del mundo que les rodea. Analizar la sociedad, la cultura, las fuerzas que operan en esta época es una tarea crucial que intentan acometer. Para ello, dedican bastante tiempo a explorar la naturaleza de la ciencia y de la religión, a la luz de las últimas concepciones y estudios científicos y filosóficos, así como de los principios atesorados en los Escritos bahá’ís. Sin embargo, todo ello tiene un propósito práctico: refinar los enfoques, métodos y conceptos que están utilizando en sus acciones, para avanzar en un cambio social.
Un hilo conductor de estos esfuerzos es la idea de que el avance de la civilización se da mediante una interacción dinámica entre el pensamiento y la acción, en las actividades dirigidas a mejorar el mundo y las conversaciones que se dan acerca de esas actividades con el fin de mejorar su calidad. Tener una cantera grande de jóvenes que puedan enfocar sus profesiones hacia la transformación social prevista en los Escritos bahá’ís, dentro de un marco coherente, es quizá la motivación más grande que inspira a la comunidad bahá’í de España a seguir creando este tipo de espacios.