Introducción
«Es de hecho un hombre quien, hoy, se dedica al servicio de toda la raza humana […] Bienaventurado y feliz es aquel que se levanta para promover los mejores intereses de los pueblos y razas de la tierra».
Bahá’u’lláh
Uno de los rasgos centrales de la vida bahá’í es tratar de ser coherente en todos los aspectos esenciales de la vida. Esto se refleja en el afán por lograr coherencia entre las diferentes áreas de la vida (familiar, laboral, educativa), por un lado, y en la relación armoniosa que debe existir entre el ser y el hacer, por otro. Dentro de este marco los bahá’ís de todo el mundo se esfuerzan por llevar una vida de servicio y con excelencia en todas las áreas. El individuo trata de concentrar su mente y corazón en el servicio a los planes de sus instituciones, de acuerdo con las elevadas normas establecidas por Bahá’u’lláh, ya que se considera el servicio como el imán que atrae las confirmaciones divinas y el medio por el que uno llega a ser verdaderamente humano.
En los esfuerzos por servir a la sociedad, preservando la libertad y la diversidad de iniciativas, los bahá’ís intentan trabajar desde el marco de acción proporcionado por el órgano de gobierno internacional de la comunidad bahá’í, la Casa Universal de Justicia. Los bahá’ís de todo el mundo cuentan con la guía que ofrece la Casa Universal de Justicia a través de sus planes de desarrollo. Estos planes ofrecen una orientación clara acerca de la dirección hacia la que deben canalizar sus esfuerzos para lograr implementar las enseñanzas de Bahá’u’lláh en la vida de la sociedad, con el propósito de contribuir al avance social.
Vida familiar
La familia es la unidad más básica de la sociedad. En palabras de ‘Abdu’l-Bahá, una familia es una nación en miniatura. Basta ampliar el círculo del hogar y tendremos a toda la humanidad. Por eso los valores que se desarrollan en el seno de esta son de gran importancia. Los bahá’ís creen en el principio de igualdad entre el hombre y la mujer. Entienden que la madre es la primera educadora de los hijos y por lo tanto tiene un papel importante en la vida familiar. Tanto es así, que en los escritos bahá’ís se subraya que en los casos en los que los padres no puedan permitirse que todos sus hijos puedan tener acceso a la educación, se debe priorizar la educación de la hija.
El matrimonio, el cual Bahá’u’lláh describe como «una fortaleza para bienestar y la salvación» es una parte esencial de la vida bahá’í. Los bahá’ís consideran el matrimonio monógamo como el pilar fundamental de la sociedad humana, y el marido y la esposa como partes en igualdad. Una vez que un bahá’í ha elegido libremente a su pareja, ambos padres deben de dar su consentimiento para que se casen. Esta práctica se fundamenta en la convicción de que el matrimonio debe servir para unir a dos personas y a dos familias.
El trabajo
En los escritos bahá’ís el trabajo cobra gran importancia, y se dota de una ética particular para que sea un medio de exaltación de la persona. Cualquier persona, sea pobre o rica, debería poder ocuparse en alguna clase de oficio y ejercer una profesión que sea provechosa para sí mismo y para los demás. En este sentido, lo que verdaderamente importa es la actitud: ejercer una profesión significa mucho más que ganar dinero para fines utilitarios o asegurar las necesidades básicas de la vida diaria. El trabajo para los bahá’ís tiene valor por sí mismo. Cuando se realiza con espíritu de servicio es una forma de adoración. Trabajar, bajo la ética atesorada en los escritos de Bahá’u’lláh, acerca a Dios y permite comprender mejor Su propósito. Los bahá’ís también conciben el trabajo como una forma de desarrollar las propias capacidades y talentos, y como una oportunidad de servir a los demás y de interactuar con ellos.
La investigación de la realidad
Un punto central de la vida espiritual de todo bahá’í es la investigación independiente de la verdad y el comprometerse con los resultados de su búsqueda. Esta búsqueda constante de conocimiento conecta con el propósito de la vida descrito anteriormente, conocer y adorar a Dios, por lo que se asienta en su relación personal con Dios: conocer a Dios a través del conocimiento de Sus escritos, de Su creación, de la sociedad, del ser humano. Al no existir clero en la Fe bahá’í, además, nadie interpreta las enseñanzas para el resto. Cada individuo se esfuerza por alcanzar cotas mayores de conocimiento de forma individual, al tiempo que participa en espacios de profundización y estudio colectivo. Buscar la verdad sin prejuicio, por otro lado, está relacionado en los escritos bahá’ís con la justicia en su dimensión individual:
«Lo más amado de todo ante Mi vista es la Justicia; no te apartes de ella si Me deseas y no la descuides para que Yo pueda confiar en ti. Con su ayuda verás con tus propios ojos y no por los ojos de otros, y conocerás con tu propio conocimiento y no mediante el conocimiento de tu prójimo. Pondera en tu corazón cómo te corresponde ser. En verdad, la justicia es Mi ofrenda a ti y el signo de Mi amorosa bondad. Tenla pues ante tus ojos».
Bahá’u’lláh
Las enseñanzas bahá’ís también subrayan la armonía fundamental entre la ciencia y la religión. Gracias a la inteligencia y a la capacidad de razonamiento del alma humana, los seres humanos, a través de la ciencia, pueden descubrir verdades que antes permanecían ocultas. Al mismo tiempo, la religión nos permite entender la realidad espiritual inherente en todas las cosas de una forma más amplia. Sin embargo, la ciencia y la religión no son considerados dos sistemas de conocimiento excluyentes o, en el mejor de los casos, centrados en compartimentos estancos. La ciencia tiene sus propias lógicas y criterios de legitimación, al igual que la religión tiene los suyos; la ciencia en cierto sentido, explora los aspectos materiales del universo y la religión los morales y espirituales; sin embargo, ambas han de interactuar en la esfera de la realidad social, especialmente cuando se pretende buscar formas de organización social más justas, armoniosas y ecológicamente sostenibles.
Debido a que la realidad es una, los bahá’ís afirman que no pueden existir contradicciones entre los puntos de vistas científicos y religiosos. Cualquier contradicción que pueda existir entre estos campos complementarios de la investigación de la realidad se pueden atribuir a la falibilidad humana, ya sea en la aproximación a las enseñanzas religiosas o en las conclusiones y generalizaciones que se hacen sobre investigaciones científicas.
En los escritos bahá’ís hay múltiples referencias a esta cuestión:
«La religión y la ciencia son las dos alas con las que la inteligencia del hombre pude remontarse a las alturas, con las cuales el alma humana puede progresar ¡No es posible volar con una sola ala! Si el Hombre tratara de volar sólo con el ala de la Religión, caería inmediatamente en la ciénaga de la superstición mientras que, por otro lado, tan sólo con el ala de la ciencia, tampoco podría realizar progreso pues caería en el desesperante pantano del materialismo».
Abdu’l-Bahá
Los bahá’ís dedican parte de sus energías a este diálogo entre la ciencia y la religión, necesario para avanzar hacia una sociedad más justa, diálogo que pasa por alcanzar un entendimiento más profundo tanto de la naturaleza de la ciencia como de la religión, mientras se esfuerzan por adquirir conocimiento.
La salud
La salud física, mental y espiritual cobra gran importancia en las enseñanzas bahá’ís. Las enfermedades y el sufrimiento de cualquier tipo son elementos inevitables en la vida de todo individuo y los bahá’ís los consideran como oportunidades para aprender algo, para fortalecerse y para acercarse a Dios y progresar espiritual e intelectualmente.
La Fe bahá’í no promueve ningún modelo de medicina en particular que se asemeje con los actuales, aunque existen numerosos principios que podrían servir de base para que generaciones futuras de médicos bahá’ís desarrollen una teoría sobre la salud. Además, La medicina se considera como una de las ciencias más exaltadas. En caso de enfermedad, se sugiere principalmente que el enfermo busque médicos competentes y se atenga a sus instrucciones. Por otro lado, debido a que los bahá’ís también consideran que la realidad espiritual y la material están interconectadas, la oración también juega un papel en el proceso de curación, junto con el tratamiento ofrecido por un médico hábil.
Más allá del ámbito médico, los escritos bahá’ís hacen referencia a la importancia de desarrollar hábitos de vida saludables: la alimentación equilibrada, el ejercicio, la higiene, el descanso, el esfuerzo por mantener una vida pura y casta, y la abstención de alcohol y otras drogas psicoactivas. Estos hábitos pretenden preservar la salud, el vigor, pero también clarificar la mente y fortalecer el espíritu.
«¡Toda verdadera curación proviene de Dios! Existen dos causas de enfermedad: una es material, la otra espiritual. Si la enfermedad es del cuerpo, es necesario un remedio material; si es del alma, un remedio espiritual».
Abdu’l Bahá