La vida de un bahá’í incluye ciertas prácticas individuales, la participación en la vida comunitaria y los esfuerzos por aplicar las enseñanzas de Bahá’u’lláh en los diferentes ámbitos de la vida, tales como la familia o el trabajo. Todo esto, además, cobra sentido en el marco más amplio del servicio a planes globales para contribuir al avance de la civilización. Desde una postura humilde de aprendizaje, cada bahá’í se esfuerza por realizar todas estas tareas con coherencia y excelencia.